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Homenaje a Marie-Rose St-Amant, sp.

Por hermana Annette Aspirot, sp.

(1. a parte)

El 22  de septiembre de 1933 en Saint-Tite, nació hermana Marie-Rose St-Amant, la segunda de una familia de 12 niños. Su vocación religiosa se fue alimentando por la influencia de las hermanas que le enseñaron, en particular durante su educación secundaria en el convento de las Hermanas de la Providencia. Entró al postulado el 17 de noviembre de 1952, hizo su profesión temporal el 19  de noviembre de 1954 y los votos perpetuos, el 19 de noviembre de 1957.

Desde sus primeros años como joven profesa, hermana Marie-Rose realizó su formación de enfermería en el Hospital General Christ-Roi, en Verdun. Prosiguió sus estudios hasta obtener su licenciatura con una especialización en obstétrica en el Instituto Marguerite-d’Youville, una filial de la Universidad de Montreal. Durante sus tres años de votos temporales, realizó su ministerio en pediatría en Verdun, y en 1962, fue responsable del área de obstétrica del Hospital Sacré-Coeur, en Montreal.

En 1963, hermana Marie-Rose dejó el Quebec para instalarse en América Latina. Para ello, se preparó con anticipación y realizó un viaje a México para estudiar la cultura latinoamericana. Su primer ministerio fue en el Hospital Vecinal de Comodoro Rivadavia, en Argentina. Asumió varios cargos: responsable del área de obstétrica de 1964 a 1969, directora de clase de enfermeras auxiliares de 1969 a 1977 y directora de hogar para adultos mayores de 1977 a 1978.

Ejerció un admirable liderazgo en sus distintos ministerios. En Caleta Olivia, dictó la catequesis para la confirmación y participó activamente en el movimiento de Cáritas. Se dedicó a la catequesis familiar durante siete años,  se dio cuenta de lo valioso y de lo eficaz que resultaba para las familias. Durante su estadía en Caleta Olivia, nació el movimiento de Asociadas y Asociados Providencia. Junto con sus hermanas, contribuyó para mantener encendida la llama sagrada de esta nueva iniciativa, que por cierto es un testimonio revitalizante para mantener viva a una Iglesia que se sustenta por sí sola.

Hermana Marie-Rose terminó su recorrido por América del Sur en Santiago de Chile. Luego de seguir un curso de capacitación en el Institut de formation et rééducation (Instituto de Formación y de Reeducación), en Montreal de 1989 a 1993. Acompañó a personas y a grupos según las cualidades y fuerzas humanas que se hayan podido alcanzar durante el proceso.

Hermana Marie-Rose no contempló dormirse en los laureles. Los hechos hablan por sí solos. En 1993 ejerció su carisma misionero en Camerún, África. Como Directora de Formación, acompañó a las candidatas en su vida religiosa y a una hermana de votos temporales. Trabajó en un pueblo pequeño de 1.000 personas ubicado en la sabana, donde a veces era imposible llegar en la época de lluvias.

Trabajó al mismo tiempo con las Asociadas y Asociados Providencia y sintió gran satisfacción al ver a estas personas crecer tanto en el plano psicológico como espiritual. Era importante para ella vencer los desafíos que representaban las diferencias de cultura y de valores. «Trato de comunicar lo mejor que pueda el espíritu de Madre Gamelin. Para ello, se debe reunir paciencia y conocimiento para transmitir la espiritualidad Providencia a aquellas personas que cuestionan su llamado vocacional », dijo ella.

El regreso de hermana Marie-Rose a Quebec ilustra una obra digna de elogio, luego de pasar unos 22 años en Camerún y 30 años en América Latina.

Anduviste en caminos largos.

Desafiando el mal tiempo, las dudas.

Tiene precio este duro ascenso;

Tú lo dominas y esto es tu pasión.

Hermana Marie-Rose, tu esmero fue una llama que se mantuvo encendida a lo largo de tu vida. Tú  eres de aquellas que hace 175 años han construido nuestra Iglesia sobre rocas. Esta es tu herencia. Hermana Marie-Rose fallecida el 27 de diciembre de 2018.

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Por hermana Marie Émeline Ezami Atangana, sp.

(2. a parte)

Hermana Marie Émeline Ezami Atangana, sp., una joven hermana camerunesa,  también le rinde homenaje a hermana Marie-Rose:

Tuve la oportunidad de conocerla durante mi trayectoria de vida religiosa en Camerún. En primer lugar, fue responsable del noviciado y de las misiones y fue allí donde viví grandes encuentros de acompañamiento espiritual, alimentados de oraciones, de diálogos, de escucha y de discernimiento. Hermana Marie-Rose St-Amant fue un modelo de confianza, escucha, sencillez, ternura, humildad y caridad.

Después de mis votos temporales, cuando me pidieron ir en misión en Haití,  hermana Marie-Rose me tranquilizó, diciendo: «En la Misión te sentirás como en Camerún. Ve con la fuerza que te anima y no temas, el Señor está siempre contigo, en ti, alrededor de ti, con los demás, en los eventos; y tu ángel de la guarda recibió la orden del Señor de protegerte en todas tus andanzas. ¿Qué más quieres, querida Émeline? Cree en la gracia que nos ha sido entregada por nuestro voto de obediencia. Haz maravillas con ella.  Te llevo siempre en mis pensamientos y oraciones».

Por todo ello, doy infinitas gracias por su esmero misionero en Argentina, Chile y particularmente en Camerún. El pueblo camerunés se siente muy agradecido por tantos servicios: el proyecto de un pozo de agua potable, la bomba mecánica, la torre de agua, el patrocinio de niños sin educación. Gracias por su amable colaboración con las Asociadas y los Asociados Providencia en Koudandeng.

Hermana Marie-Rose, mi madre, el bien que usted ha hecho nunca morirá. Prometo regar lo que usted ha sembrado en mí para que sea fructífero.