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Los voluntarios Providencia llevan empatía y trabajo duro al centro de descanso de inmigrantes

1 de agosto de 2019, por la Asociación Católica de la Salud de los Estados Unidos

Los voluntarios Providencia llevan empatía y trabajo duro al centro de descanso de inmigrantes

A continuación, les presentamos un artículo publicado en el sitio web de la Asociación Católica de la Salud (CHA por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos

https://www.chausa.org/publications/catholic-health-world/archives/issues/august-1-2019/providence-volunteers-lend-empathy-and-elbow-grease-to-immigrant-respite-center . Este artículo, escrito por Lisa Eisenhauer, agrupa una serie de testimonios que ilustran el compromiso asumido por los voluntarios de la red de salud Providence St. Joseph Health con las personas migrantes en la frontera sur de los Estados Unidos.

Caridades Católicas afirma que los voluntarios son vitales para satisfacer la abrumadora demanda de servicios cerca de la frontera

Carrie Schonwald dice que se había preparado para lo que ella vería como un voluntariado en un centro de descanso en la frontera con Texas, prestando ayuda a los inmigrantes de la reciente oleada.

Aun así, ella se sintió sobrepasada por el caos y la confusión aparentes, mientras las familias desesperadas buscaban ayuda en el centro dirigido por Caridades Católicas de Rio Grande Valley. «En realidad, es una verdadera masa de gente», dice Schonwald.

Sin duda alguna, la relocalización del centro, que tuvo lugar unos días antes, agravó el caos, aunque, ni en las mejores circunstancias, habría sido posible sobrepasar los límites en términos de recursos y de personal, para hacer frente a la oleada de migrantes hambrientos, desaliñados y traumatizados que llegó a mediados de junio al centro de refugiados de Caridades Católicas, en McAllen.

Foto: luego de ser liberado de un centro de detención en la frontera de los Estados Unidos con México, un niño migrante hizo este dibujo de la gente que dormía detrás de los barrotes. La fotografía de este dibujo fue una de las muchas fotos de esta clase que la Academia Americana de Pediatría compartió para llamar la atención sobre el impacto emocional de la detención en los niños.

 

En ese momento, el centro brindó asistencia diaria a más de 1.000 personas que acababan de ser liberadas de los centros de detención y que necesitaban alimentación, ropa para cambiarse y ayuda para emprender su camino hacia los hogares de familiares ya establecidos en los Estados Unidos.

Schonwald dirigió un equipo de «superhéroes», calificativo que ella da a las seis personas de Renton, estado de Washington, quienes tienen base en Providence St. Joseph Health y fueron a apoyar al personal del centro y a los voluntarios locales, en su respuesta a la oleada de refugiados.

Bondad de sobra

En medio de la confusión, el contingente de la red de salud Providencia halló su rumbo y sus miembros pasaron la semana haciendo diferentes labores como servir los alimentos, distribuir ropa, comprar suministros, preparar refrigerios y emparedados y empacarlos en bolsas con botellas de agua, guiar a los refugiados hacia los autobuses y aviones que los llevarían a la siguiente etapa de un largo viaje que, para muchos de ellos, había empezado miles de millas atrás, en Centroamérica.

Una voluntaria, una ejecutiva de la red Providencia que no habla español, hizo del lavado de las duchas de mujeres una misión personal con el fin de que cada refugiada pudiera ducharse en un baño aseado. Esa misma mujer se convirtió en la persona a quien los padres solteros le entregaban sus niñas pequeñas a la hora de la ducha. Más tarde, ella misma les hacía largas trenzas a las pequeñas y su gesto se convirtió en su sello particular. «Era como un acto sagrado, dice Schonwald, como un ministerio que solo una persona podía ejercer, y era precisamente ella.»

Otra miembro del equipo Providencia es una enfermera practicante. Ella no había viajado a Texas como voluntaria clínica, pero como en esa época la clínica propia del centro de descanso estaba fuera de servicio, pasó largos días prestando cuidados médicos menores y remitiendo a los centros médicos a las personas con problemas médicos más graves.

Otro miembro del equipo se encargó de poner un poco de orden en el centro, señalizando, con ayuda de una cinta, las vías de acceso a las diferentes colas.

«Y luego, cuando fue a comprar cuerda para organizar dichas colas, se dio cuenta de que también podían usarse para saltar lazo y en los últimos días, en un espacio que el centro había logrado despejar, cortó una larga cuerda para saltar y a diario jugaba dos o tres horas con todos los niños que había allí», dice Schonwald. «Y se escuchaban las risas y la alegría, y se veían sonrisas en esas pequeñas caritas.»

Foto: Susan Tuller lavándole los pies a Mario, 12 años, en un centro de descanso en McAllen, estado de Texas, dirigido por Caridades Católicas de Rio Grande Valley. Tuller hizo parte del equipo de voluntarios de St. Joseph Health que, en el mes de junio, pasaron una semana en el centro ayudando a los refugiados. Mario había caminado con su mamá desde El Salvador, y durante las dos últimas semanas de su viaje lo hizo con sus zapatos destrozados, resultado de lo cual sus pies se ampollaron. Tuller le encontró unos tenis nuevos resistentes y unos calcetines des los más suaves que hubiera disponibles.

 

Compasión y respeto
Gladys Rivera, una miembro del equipo, dice que incluso el más pequeño acto de amabilidad, como ofrecerle una sonrisa a una madre abrumada, o preparar un lote de tortillas para familias con hambre, era recibido con inmensa gratitud.

«Sé que allá hice, e hicimos todos, una diferencia tan solo tratando a la gente con compasión, respeto y dignidad», dice Rivera, una coordinadora de programa de Providence Hood River Memorial Hospital, en Hood River, estado de Oregón. «Y sé que de diversas formas todos haremos parte de su historia».

Schonwald, directora de intercambios educacionales internacionales de la red Providencia, ha hecho mucho trabajo de voluntariado, incluyendo su labor con sobrevivientes del tráfico humano en los Estaos Unidos y en proyectos de desarrollo económico en Guatemala. Ella dice que se sintió profundamente conmovida por la magnitud de las necesidades y la respuesta sincera que vio en McAllen.

«Creo que cualquier persona que vaya allá pensará que la experiencia es una de aquellas que cambian la vida», dice ella.

Causas fundamentales

Por lo que concierne al pequeño equipo de trabajadores y voluntarios de Caridades Católicas que trabajan permanentemente en el centro de descanso, Schonwald los considera casi como santos por estar allí, a diario, para ayudar a los refugiados pobres y vulnerables que solo tienen extraños en quienes confiar, mientras dan sus primeros pasos tentativos hacia lo que podría ser su sueño de una nueva vida.

A la cabeza de este grupo de cuidadores se encuentra hermana Norma Pimentel, MJ, directora ejecutiva de Caridades Católicas de Rio Grande Valley.  Durante décadas, hermana Pimentel se ha consagrado a ayudar a los inmigrantes y, desde 2014, supervisa los esfuerzos de la agencia en favor de los refugiados.

Ella afirma que la reciente oleada de refugiados es histórica, y que la motivación detrás de sus arriesgados viajes sigue siendo la misma: muchos huyen de la miseria de la pobreza implacable o de la amenaza de la violencia mortal.

Hermana Pimentel comenta que, en la primera mitad de julio, el número de inmigrantes en busca de ayuda en el centro de descanso disminuyó a 500 o 600 por día –nivel que aún implica grandes exigencias si se tienen en cuenta los recursos limitados del centro.

Ella se siente agradecida por la oportunidad de servicio y por las donaciones que las comunidades católicas han hecho a lo largo y ancho del país para promover la misión del centro de dar a los migrantes lo que ella considera son «las cosas básicas que una persona humana necesita solo para poder restablecer su dignidad y para volverse a sentir como una persona»

Aunque los fondos son necesarios para que en el centro se puedan encender las luces y las duchas funcionen, para comprar suministros para alimentar y vestir a los refugiados, hermana Pimentel afirma que los voluntarios son vitales para mantenerlo en operación y para dar testimonio de la magnitud de la necesidad.

«Es tan hermoso ver a nuestra iglesia y a nuestra gente colaborando y deseando participar en nuestra respuesta», dice ella. «Eso es lo que somos: una familia, una comunidad, una iglesia.»

Testimonios

Aimee Khuu, directora del sistema de alianzas globales de la red Providencia, lanzó desde el mismo el llamado a los voluntarios luego de leer en el correo electrónico semanal de CHA que Caridades Católicas deseaba ayudar en la frontera. Ella afirma que, a las 24 horas de haber empezado a pedir empleados dispuestos a viajar al sur en pocas semanas, ya tenía una lista completa de voluntarios.

La respuesta no la sorprendió.

 

Foto: los voluntarios de la red Providencia que prestaron ayuda en un centro de descanso para migrantes dirigido por Caridades Católicas son: al frente, Gladys Rivera, coordinadora de programa, Providence Hood River; atrás, de izquierda a derecha, Susan Tuller, directora ejecutiva, Providence Elder Place; Patrick Rawson, capellana de cuidados espirituales, Providence Hood River;  Carrie Schonwald, directora de intercambios educacionales internacionales de la red Providencia; Sue Giboney, responsable oficina experiencia del paciente; y Becki Rawson,    enfermera ortopédica practicante.

 

 

«Yo creo que todo el mundo sabe que lo que está sucediendo en la frontera es malo, y que la gente quiere hacer algo, solo que no sabe qué», dice Khuu. «Esta fue una oportunidad para ellos de ofrecer una respuesta».

 

La propia familia de Khuu es una familia de refugiados de Vietnam, y ella recuerda cómo las parroquias católicas apadrinaron a muchas familias vietnamitas y las ayudaron a reinstalarse en los Estados Unidos. Ella tiene la esperanza de que las iglesias y otras instituciones den un paso adelante para acoger a los refugiados que cruzan la frontera sur.

 

«Escuchar las historias de los migrantes y conocer a alguien que haya tenido que huir de una situación peligrosa nos permite sensibilizarnos y humanizar esta situación que se ha tornado muy política en nuestras comunidades», dice Khuu.

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Los dibujos de los niños migrantes plasman la cruda realidad y la esperanza indómita

Los dibujos son lúgubres. Algunos representan figuras de pie tras las rejas, mientras que otros, figuras fuera de las rejas, paradas cerca de escritorios, portando sombreros y lo que parece ser un cinturón de armas, y otros más, personas durmiendo en el suelo, en un lugar que parece una enorme jaula, con baños y una ducha tras las rejas.

Los dibujos hechos por niños que permanecieron recluidos en centros de detención de inmigrantes en la frontera de Texas han sido objeto de cobertura mediática, a nivel nacional, desde que la Academia Americana de Pediatría los compartió, luego de que unos pediatras, que recorrieron algunos de los centros, los denunciaron como insalubres y peligrosos para albergar a niños refugiados.

Incluso se han oído rumores de que la Smithsonian Institution está interesada en adquirir los dibujos para su colección, aunque en una declaración la institución dice que una investigación hecha en torno a los dibujos solo fue «parte de un proceso de exploración.»

Los dibujos fueron hechos por niños recluidos en el centro de descanso de refugiados en McAllen, dirigido por Caridades Católicas de Rio Grande Valley. Su directora ejecutiva, hermana Norma Pimentel, MJ, dice que ella entiende por qué el arte ha tocado la fibra sensible de algunas personas, y por qué se le ha citado como prueba del duro impacto que puede tener la detención en los niños.

Pero ella afirma que esos dibujos no son el cuadro completo si se trata de la experiencia de los niños migrantes. Otros dibujos conservados en el centro de descanso reflejan una visión más alegre, con casas y corazones coloridos.

Ella ve las fotos felices como evidencia de la resiliencia de los niños.

«Limitarse únicamente a esas fotos lúgubres de su experiencia es reflejar tan solo un aspecto y, en realidad, yo veo vida y esperanza en los rostros de los niños cuando les damos la oportunidad de reír, de dibujar, de pintar y de divertirse», dice hermana Pimentel.

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Dar lo adecuado: evitar el «desastre luego del desastre»

Es apenas natural que la gente quiera ayudar luego de ver las imágenes sobrecogedoras de una crisis humanitaria, como la que se ha vivido durante meses por el flujo de refugiados que huyen de la violencia y la pobreza buscando cruzar la frontera sur hacia los Estados Unidos.

Sin embargo, quienes tienen experiencia en el manejo de crisis masivas, como esta, dicen que el impulso debe ser moderado con el fin de garantizar que aquello que se da sea útil en realidad.

Bruce Compton, director de proyección internacional de la CHA, afirma que una regla general es que la solicitud de ayuda específica debe provenir de la gente de la zona cero.

«Por lo general, le pedimos a la gente no enviar cosas por enviar; no existe una lista establecida de artículos necesarios que puedan ser enviados al lugar, a menos que usted esté en comunicación con las organizaciones que realmente reciben los artículos, ya que las necesidades cambian muy rápidamente», dice Compton.

Él dice que las donaciones bienintencionadas pero inútiles pueden incluso dar origen a lo que algunos expertos en ayuda de emergencia llaman el «desastre luego de un desastre». Esto sucede cuando, en vez de ser una ayuda, suministros como la ropa o artículos perecederos se convierten en una carga»

Caridades Católicas de Rio Grande Valley, que ofrece atención a refugiados que son liberados de los centros de detención en la frontera con Texas, tiene en su página web una sección dedicada a las donaciones: catholiccharitiesrgv.org/ Donations.aspx, en la cual incluye también un enlace correspondiente a una lista de artículos deseados, disponible en Amazon. Para hacer donaciones a través de Caridades Católicas USA, visitar catholiccharitiesusa.org/border-crisis/.

La directora ejecutiva de la agencia en Rio Grande Valley, hermana Norma Pimentel, MJ, dice que, además de las donaciones de dinero y suministros, el servicio voluntario es muy necesario y bienvenido.

— LISA EISENHAUER