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“Te doy gracias, Señor de todo corazón, por el camino que hemos recorrido juntos”

Desde que Jesús me llamó todo ha sido novedad y aventura. Responder a su llamado y caminar tras sus huellas no ha sido nada fácil, pero ha sido lo más hermoso que me ha pasado en la vida, El es quien mi vida cambio, quien hizo que mi mundo tomara más color, ha sido un largo camino, pero me siento afortunada de haberlo podido realizar abandonada en sus manos.

Ser parte de una experiencia internacional de formación marca un antes y un después en mi vida, traspasar las fronteras me ha permitido descubrir que somos una gran familia, he podido conocer y vivenciar más profundamente la riqueza de nuestro Carisma, Espiritualidad y Misión Providencia, he conocido personas únicas que son verdaderas testigos del amor de Dios, mujeres que llevan el sello Providencia impregnado en su ser y que han hecho historia junto a nuestras tres fundadoras.

Mi sentido de pertenencia a la congregación se ha acrecentado mucho más, ya no soy solo hija de Bernarda, sino también de Emilia y de Joseph. “Soy hija de la Providencia”

Estoy feliz de haber puesto lo mejor de mí en esta experiencia, pero no puedo olvidar que esto fue posible gracias a cada comunidad y cada hermana con la que pude compartir, nunca me sentí aislada o fuera de casa, cada una de ellas hizo lo mejor posible para que yo me sintiera libre y cómoda, tuvieron la suficiente paciencia para poder entenderme, pues ya sabemos que el idioma es difícil,  sobre todo cuando se comparte en una diversidad de culturas.

El 15 de agosto al fin llegaba, el día en que hacía mi primera profesión.

La pandemia que hoy nos acompaña y que ha sido la causa de mucho dolor y miedo en el mundo entero, ha cambiado todos nuestros planes, todos nuestros sueños. Jamás imaginé que haría mi primera profesión religiosa que tanto soñé lejos de las personas que más amo, mi familia, mis amigos y mis hermanas.

Pero Dios se encargó, como siempre, de hacer que todo fuera hermoso para mí. Puedo decir con mucho gozo aun al recordar ese día, que fue el más hermoso y emocionante que jamás he vivido. Todos estaban; todas mis hermanas, mi familia y amigos, todos ahí, anidados bajo el amor y protección de mi amado en mi corazón  y eso era lo mejor que podría pasar, nada de lo preparado por años, nada de lo que imaginé por tiempo, solo el abandono en sus manos de Padre Providente que vela tiernamente siempre por mí. Todo fue perfecto, todo fue como él lo quiso.

“Providencia de Dios, Muchas gracias te doy”

Hermana María Fernanda Apablaza