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Espiritualidad Providencia

Evangelio del 24 de marzo de 2024 según san juan 12, 12-16

Al día siguiente, muchos de los que habían llegado para la fiesta se enteraron de que Jesús también venía a Jerusalén. Entonces tomaron ramas de palmera y salieron a su encuentro gritando: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito sea el Rey de Israel!» Jesús encontró un burrito y se montó en él, según dice la Escritura: «No temas, ciudad de Sion, mira que viene tu Rey montado en un burrito». Los discípulos no se dieron cuenta de esto en aquel momento, pero cuando Jesús fue glorificado, recapacitaron que esto había sido escrito para él y que lo habían hecho para él.

Reflexión sobre el Evangelio del 24 de marzo de 2024 –

Evangelio de Jesucristo según san Juan 12, 12-16

Al crecer en una región rural en los Estados Unidos, el punto culminante del verano era el desfile del 4 de julio que se organizaba en un pequeño poblado adyacente. Bandas de música, camiones de bomberos y escuadrones de la policía motorizada desfilaban mientras todos los participantes ondeaban banderas. Después del desfile, la gente se daba cita en el festival de la frambuesa que se realizaba en el lugar. Era la ocasión de conocer nuevas personas o de reencontrar viejas amistades.

Mientras leía este pasaje de las Escrituras, pensé en Jesús entrando en Jerusalén para la fiesta judía más importante: la Pascua. Partiendo de Betania, al acercarse a Jerusalén, vio gente alineada a lo largo del camino que esperaba para darle la bienvenida con vítores, agitando ramas de palma. Las ramas de palma eran una tradición en las celebraciones públicas para expresar triunfo y alegría. Había una sensación de realeza en el ambiente.

Consciente de esta situación, Jesús transformó la naturaleza de su entrada al montar un burro que encontró. Entrando de esta forma en Jerusalén, estaba cumpliendo la profecía de Zacarías: «Salta […] pues tu rey viene hacia ti montado sobre un burro».

Jesús siempre tuvo el control de su vida. Jamás hubiese permitido que lo coronasen rey, pues sabía lo que le esperaba en Jerusalén. No serían ellos quienes le quitarían la vida, sino Él quien se la entregaría de manera voluntaria.

Sin embargo, no pensaba en lo que sabía y se concentraba en cambio en el momento presente, en todas las personas que habían venido a honrarlo y a las que les regalaba toda su atención, viviendo con plena consciencia aquel momento. No pensaba ni en el futuro ni en el pasado. Les daba su amor incondicional en ese lugar y momento precisos.

Hermana Jean Schultz, sp.