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Las Hermanas de la Providencia oran por la paz

Consagrémonos intensamente a la oración e imploremos a nuestro Dios Providencia que haga de quienes ejercen responsabilidades políticas instrumentos de su paz.

Profundamente preocupadas por la situación actual y por la incertidumbre que reina en el mundo, los invitamos, como lo hizo el Papa Francisco, a orar por la paz. «Una vez más, subrayó con gran dolor, la paz de todos se ve amenazada por intereses partidistas… Dios [que] es el Dios de la paz y no de la guerra, el Padre de todos y no de algunos, quiere que seamos hermanos y no enemigos.»

Nos recordó lo que Jesús nos había enseñado: «a la insensatez diabólica de la violencia se responde con las armas de Dios: con la oración y el ayuno», y anunció que el próximo 2 de marzo, Miércoles de Ceniza, sería un día de ayuno por la paz.

Consagrémonos intensamente a la oración e imploremos a nuestro Dios Providencia que haga de quienes ejercen responsabilidades políticas instrumentos de su paz.

Oración por la paz

Papa Francisco

Señor, Dios de paz, escucha nuestra súplica.

Hemos intentado muchas veces y durante muchos años resolver nuestros conflictos con nuestras fuerzas, y también con nuestras armas; tantos momentos de hostilidad y de oscuridad; tanta sangre derramada; tantas vidas destrozadas; tantas esperanzas abatidas… Pero nuestros esfuerzos han sido en vano. Ahora, Señor, ayúdanos tú. Danos tú la paz, enséñanos tú la paz, guíanos tú hacia la paz. Abre nuestros ojos y nuestros corazones, y danos la valentía para decir: «¡Nunca más la guerra!»; «con la guerra, todo queda destruido». Infúndenos el valor de llevar a cabo gestos concretos para construir la paz. Señor, Dios de Abraham y los Profetas, Dios amor que nos has creado y nos llamas a vivir como hermanos, danos la fuerza para ser cada día artesanos de la paz; danos la capacidad de mirar con benevolencia a todos los hermanos que encontramos en nuestro camino. Haznos disponibles para escuchar el clamor de nuestros ciudadanos que nos piden transformar nuestras armas en instrumentos de paz, nuestros temores en confianza y nuestras tensiones en perdón. Mantén encendida en nosotros la llama de la esperanza para tomar con paciente perseverancia opciones de diálogo y reconciliación, para que finalmente triunfe la paz. Y que sean desterradas del corazón de todo hombre estas palabras: división, odio, guerra. Señor, desarma la lengua y las manos, renueva los corazones y las mentes, para que la palabra que nos lleva al encuentro sea siempre «hermano», y el estilo de nuestra vida se convierta en shalom, paz, salam. Amén.