FR EN
Retour à la liste

Festividad de Nuestra Señora de los Dolores – 15 de septiembre

Hoy celebramos con la Iglesia universal la fiesta de María, Madre de Jesús, recordando siete de sus dolores. Recordemos los orígenes de esta celebración y su significado especial para nuestra Congregación.

Emilia Gamelin tenía diecisiete años y ya había vivido sus propios sufrimientos, cuando Pío VII extendió la festividad litúrgica de los Siete Dolores de María a la Iglesia latina universal en 1817. Sin embargo, esta devoción, promovida por los servitas y los benedictinos, se remontaba al siglo XI. Es importante señalar que, en 1482, la fiesta fue añadida al Misal bajo el título de «Nuestra Señora de la Compasión», con la imagen de la Virgen María al pie de la cruz.1 Esta imagen, tan familiar para quienes la conocemos, refleja la profunda compasión de María por los sufrimientos padecidos por su Hijo, y es la misma imagen que consoló profundamente a Emilia durante los momentos de gran dolor por la pérdida de sus queridos hijos y de su esposo 2.

Como laica, Emilia Gamelin confió el ministerio de la Maison Jaune (Casa Amarilla) y del Asilo de la Providencia a Nuestra Señora de los Dolores, y llevó su devoción cotidiana hacia ella al Instituto que acababa de fundar y que fue aprobado por el obispo Ignace Bourget.3

En 1814, el papa Pío X fijó la fecha de la fiesta para el 15 de septiembre, al día siguiente de la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, y rebautizó la fiesta con el nombre de «Nuestra Señora de los Dolores»4.

Esta fiesta, solemne en nuestra Congregación5, es un día propicio para recordar cómo nuestras hermanas acudieron a Nuestra Señora de los Dolores durante la terrible epidemia de fiebre tifoidea en 1847. El 19 de julio, Madre Gamelin y las cincuenta y nueve hermanas hicieron una promesa pidiendo la intercesión de la Virgen María para que les salvara la vida y preservara su salud con el fin de «dedicarnos a las obras de caridad que son la finalidad misma de nuestro Instituto…» 6.

La promesa fue formulada de la siguiente manera: «Con este fin, nosotras hacemos el voto, por nosotras y por las que vendrán después en esta comunidad, de encender siete cirios, todos los viernes del año, delante de la santa imagen que nos recuerda vuestros sufrimientos… »7.

Sus oraciones fueron escuchadas, y desde entonces nuestras hermanas recibieron protección cuando cuidaban a las personas enfermas de fiebre tifoidea. En agradecimiento por todas las formas en que Nuestra Señora de los Dolores y su compasión se han hecho presentes entre nosotras, nuestra Congregación continúa cumpliendo aquella promesa hecha el 19 de julio de 1847.

Así como nosotras renovamos nuestros propios votos religiosos como Hermanas de la Providencia el 15 de septiembre, muchas Asociadas y muchos Asociados Providencia renuevan su compromiso en la misma fecha, acto en el cual nos comprometemos una vez más con nuestra Misión de proclamar la Providencia y la compasión de Nuestra Señora de los Dolores, siguiendo los pasos de nuestra amada Fundadora y de todas las Hermanas de la Providencia y Asociadas y Asociados Providencia que nos han precedido.

Oremos pidiendo a Nuestra Señora de los Dolores que acompañe a todas las personas que sufren en nuestro mundo de hoy, y que nos ayude para que, en el marco de nuestras respectivas áreas de acción, las asistamos con compasión y les ofrezcamos ayuda y apoyo.

Cada uno de los siete dolores nos incita a adoptar una actitud de apertura frente a algunos sufrimientos en particular. Los siguientes son algunos ejemplos. Deja a tu imaginación y experiencia identificar a los individuos y grupos que te vengan a la mente.

Profecía de Simeón: aquellas personas que reciben noticias angustiosas, difíciles e impactantes, o que enfrentan lo desconocido con temor y desconcierto; aquellas cuyo futuro se ve amenazado por la inseguridad a causa de realidades sociales, políticas, físicas, ambientales o interpersonales.

Huida a Egipto: las personas refugiadas e inmigrantes que huyen de la violencia, de condiciones climáticas extremas, por la escasez de alimentos y agua, por los disturbios políticos, las guerras, el terrorismo, la falta de vivienda, o bien aquellas que, por cualquier otro motivo, necesitan huir de situaciones perjudiciales.

Jesús se pierde en el Templo: las personas cuyos seres queridos han sido secuestrados o han huido de casa; las que han perdido lo más preciado a causa de un desastre natural o una guerra; las que tienen a sus seres queridos encarcelados o cautivos; quienes se han perdido en la adicción, la vergüenza y la culpa.

María se encuentra con Jesús cargando con su cruz: las personas que padecen enfermedades físicas o mentales, especialmente las que no tienen acceso a tratamiento y no disponen de seguimiento; las que arrastran heridas no cicatrizadas del pasado o del presente; las que proveen cuidados de salud y todas las que cuidan de otras personas en cualquier contexto, especialmente las que arriesgan su vida en países devastados por la guerra y en lugares donde las enfermedades contagiosas no son controladas o los recursos resultan insuficientes.

María al pie de la cruz: los padres que necesitan fortaleza y valor para apoyar a sus hijos con amor, sin importar la dificultad de la circunstancia; las amistades y personas vecinas que necesitan este mismo apoyo; las que velan por los moribundos y las que prestan atención espiritual y psicológica.

María estrecha el cuerpo sin vida de Jesús: las personas que abrazan a sus seres queridos que han fallecido por la violencia armada, el maltrato doméstico, la pena capital, accidentes de tráfico; la niñez, las personas adultas mayores, las combatientes y las víctimas de la guerra, la enfermedad y el hambre en todo el mundo.

Jesús es colocado en el sepulcro: las personas que lloran la pérdida de seres queridos o la pérdida de independencia o libertad, la pérdida de funciones físicas y cognitivas, de empleo, de vivienda, de compañía, de sentido de identidad y de esperanza.

Que la beata Emilia Tavernier Gamelin siga inspirándonos en nuestros esfuerzos para proclamar la compasión de Nuestra Señora de los Dolores mediante nuestro amor compasivo por las personas pobres, y para descubrir a Jesús en aquellas que sufren, ofreciéndoles nuestra ayuda mediante nuestras obras de misericordia.

Hna. Karin Dufault, Sp.

Vice Postuladora

Causa Émilie Tavernier-Gamelin

Fuentes:

  1. Saunders, William, The Feast of Our Lady of Sorrows (La fiesta de Nuestra Señora de los Dolores), Centro de Recursos para la Educación Católica.

Sitio Internet: https://www.catholiceducation.org/en/culture/catholic-contributions/the-feast-of-our-lady-of-sorrows.html

  1. L’Institut de la Providence, Vol. 1: Preliminares y bases, 1925, pág. 64
  2. Ibidem, 1925, pág. 337.
  3. Saunders, William,

Sitio Internet: https://www.catholiceducation.org/en/culture/catholic-contributions/the-feast-of-our-lady-of-sorrows.html

  1. Constituciones y Reglas de las Hermanas de la Providencia, 2018, Regla R41, pág. 26
  2. Historia de las Constituciones, Colección Providencia, número 10, 1957, pág. 21
  3. Ibidem, pág. 21

Imagen:        Nuestra Señora de los Dolores, Tumba de la Beata Émilie Tavernier-Gamelin

(Capilla de la Casa Madre de las Hermanas de la Providencia, Montreal)