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170.º aniversario de la llegada de las Hermanas de la Providencia a Chile

Exactamente hace 170 años, cinco Hermanas de la Providencia, a saber, madre Victoria Larocque, como superiora, sor Amable Dorion, sor María del Sagrado Corazón Bérard, sor Dionisia Benjamina Worwoth y sor Bernarda Morin, partieron desde Montreal para establecerse en el oeste de Estados Unidos. Sin embargo, su viaje tuvo un desenlace inesperado: la Providencia tenía un plan muy distinto para cada una de ellas.

En el marco de las celebraciones que se han organizado en Chile, la Oficina de la Causa de Bernarda Morín recuperó una nota del periódico chileno El Mercurio, publicada en 1927, en el que la propia Madre Bernarda explica cómo Chile se convirtió en su «segunda patria». A continuación, reproducimos las palabras exactas con las que ella detalla las circunstancias de su travesía hasta su primer destino, la ciudad portuaria de Valparaíso: *

El mismo año de mi profesión Monseñor Bourget, obispo de Montreal, recibió la visita de Monseñor Blanchet, Obispo de Nesqualy en Oregón que venía en busca de algunas hermanas de la Providencia para su Diócesis. Fuimos cinco nombradas.

Aquí debo relatar curioso incidente: un día, alguien nos trajo algunos mapas y nos pusimos a estudiar en ellos el trayecto que debíamos recorrer. Antes de abandonar el mapa, la persona que lo había llevado miró con atención todo el continente de América y señalándonos cierta parte del Sur, nos dijo como para distraernos: «Aquí esta Chile. ¿Querría usted ir a Chile Sor Bernarda?» —No, Señor le contesté; no deseo ir más lejos de lo que me pide la obediencia. Muy distante estaba entonces de pensar que Chile sería a la vez el campo de mis actividades y de mi segunda patria.

El 17 de noviembre, después de un viaje en extremo penoso para nosotras, llegamos a San Francisco de California. Ahí descansamos unos días y seguimos a Oregón donde permanecimos dos meses hospedadas en casa de otras religiosas. Estos dos meses nos fueron muy duros, las hermanas que nos acogieron eran muy pobres y nosotras carecimos por completo de recursos. Añádase a esto la decepción que experimentábamos al saber que no podríamos cumplir la misión “que se nos había encomendado” y se comprenderá que no nos sentimos muy tranquilas con respecto a nuestro porvenir en Oregón… No teníamos ni dinero, ni vestidos, ni provisiones, y nosotras que habíamos ido a practicar la caridad, nos vimos obligadas a vivir de ella. A estos peligros se agregaba que tres de nosotras sólo teníamos veinte años y ninguna podía hablar correctamente el inglés. Estas razones indujeron a los superiores, a ordenar nuestro regreso a Canadá.

Embarcamos y después de una terrible y monótona navegación de 83 días, sin ver tierra, en la que no sólo tuvimos que sufrir la furia de los elementos, sino también la de los hombres, pues el capitán del barco y su segundo eran dos seres inhumanos, llegamos el 17 de junio de 1853 a Valparaíso. Aquí tiene usted relatada en pocas palabras la historia de mi llegada a Chile.

*Para leer la nota completa (en el español original) siga el enlace: https://hermanasdelaprovidencia.cl/el-ocaso-de-una-noble-vida/