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Vida de Madre Bernarda Morin Rouleau

Les presentamos un resumen de la biografía de Madre Bernarda Morin. Si desea saber más o si tiene alguna pregunta, no dude en contactarnos.


Aprendizajes de la niñez

El 29 de diciembre de 1832, una niña nace en Saint-Henri-de-Lévis, provincia de Quebec, Canadá. Fue bautizada al día siguiente con el nombre de Venerance Morin Rouleau.  Nacida en una familia profundamente católica, aprende las lecciones importantes que orientarán toda su vida.  Al escribir sus memorias, destacará tres lecciones aprendidas durante la niñez.  La primera es que ella es capaz de superar sus arrebatos de orgullo, la segunda es que supera su tendencia a descalificar a otros, por último, aprende también la solidaridad con los pobres y su entrega infinita al necesitado.

Una semilla en tierra fértil

Vive su juventud con las diversiones propias de su edad.  Sin embargo, a los catorce años empieza a sentir una intensa lucha interior.  Mantiene un diálogo constante con el Señor y acaba eligiendo la vida religiosa. A la hora de elegir una congregación, ella decide alejarse de las tentaciones del mundo y escoge una comunidad que sirve a lo más pobres.  El 11 de mayo de 1850, Venerance viaja a Montreal con su padre.  Ingresa a las Hermanas de la Providencia con 17 años de edad.  El 21 de noviembre del mismo año, toma el hábito y el nombre de hermana Bernard.  Pronuncia los votos el 22 de agosto de 1852, en la Iglesia de Saint-Pierre de Sorel.  En ese entonces la joven Congregación de Madre Gamelin tiene 9 años y cuenta con 60 religiosas profesas.

Una llamada a las misiones

En octubre de 1852, la joven hermana forma parte de un grupo de misioneras que van a Oregón.  Desde Nueva York, toman la ruta marítima que conduce a San Francisco, y luego a Oregón, pasando por América Central.  Una vez que llegan a su destinación, encuentran que el territorio está despoblado por la fiebre del oro de California y faltan recursos para su sustento.  Después de un tiempo en la ciudad de Oregón, consideran que las condiciones no son favorables para la práctica de las obras de la Comunidad y regresan a San Francisco de California, para conseguir pasajes en algún barco y empezar su retorno a Montreal.  Su situación es muy precaria y el 30 de marzo de 1853, abordan el velero chileno “Elena” que puede llevarlas a Chile, para allí poder encontrar un barco rumbo a Norteamérica vía Cabo de Hornos.  La difícil travesía dura 83 días, casi tres meses, pasados entre las tormentas del mar y las amenazas del capitán.

Una llegada providencial a Chile

El barco “Elena” llega al puerto de Valparaíso en la mañana del 17 de junio de 1853.  El mismo día, las hermanas son recibidas generosamente en el convento de las religiosas de los Sagrados Corazones (Monjas francesas).  Vuelven a encontrar la vida religiosa que tanto amaban.  El obispo local las recibe con los brazos abiertos y en la misma semana de su llegada a Chile, les propone hacerse cargo de niños huérfanos, lo que llevan a cabo en Santiago mientras esperan la aprobación de sus Superiores canadienses.  La comunidad de la Providencia crece en Chile y en 1856, obtienen el permiso para abrir un noviciado de la Congregación y elegir un Consejo.  Hermana Bernarda es elegida tesorera y en el Capítulo de elecciones siguientes, se la nombra maestra de novicias.

De los desacuerdos nace una Congregación

Cuando nacen desacuerdos como: que el Consejo General de la Congregación pida a la superiora que regrese a Montreal, hermana Bernarda es nombrada superiora interina por el obispo chileno, Monseñor Rafael Valentín Valdivieso, lo que va en contra de la voluntad de la mayoría de las hermanas en Chile y acentúa las tensiones dentro de la Comunidad.  Dieciséis de las religiosas se marchan de Chile en marzo de 1863, dejando a nueve hermanas que mantienen las obras.  El 17 de marzo de 1880, un decreto apostólico de la Santa Sede constituye a las Hermanas de la Providencia  de Chile en una nueva Congregación separada de la Casa Madre de Montreal.  El 07 de diciembre de 1905, las Constituciones de las Hermanas de la Providencia de Chile, muy parecidas a las Constituciones de las Hermanas de la Providencia de Chile, muy parecidas a las Constituciones originales de Montreal, son aprobadas definitivamente por el Papa Pío X.  Esta es una victoria para la ahora llamada Madre Bernarda, quien ha protegido el Carisma de la Congregación, siempre preservando su unidad y su independencia.

Ayudar a los pobres

Madre Bernarda trabaja para ofrecer condiciones dignas a miles de niños y niñas confiados a las hermanas de la Providencia a lo largo de los años.  Las hermanas también cuidan a los heridos de la guerra en los hospitales, a las víctimas de las epidemias de tifus y otros. Madre Bernarda funda Asilos de la Infancia, para proteger a los niños Huérfanos, a través del país: de Antofagasta a Temuco y procurarles, una Educación que le permitiera defenderse en la vida e integrarse en la sociedad chilena. En Chile se manifiesta sentimiento unánime de reconocimiento a las Hermanas de la Providencia, tanto por parte de los católicos como de los liberales que buscan una separación entre la Iglesia y el Estado. Madre Bernarda recibe la Medalla al Mérito de Primera Clase por parte del gobierno de Chile en junio de 1925.

Fallece el 4 de octubre de 1929, a los 96 años edad, cuyos funerales fueron grandiosos por parte de la Iglesia, del gobierno y de la sociedad chilena reconociendo en ella una gran Religiosa de la Providencia.

Es declarada Sierva de Dios, el 07 de diciembre de 2012, siendo esta la primera etapa para su canonización.

Fuentes: