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Obras y ministerios de las Hermanas de la Providencia

Las Hermanas de la Providencia realizan actos cotidianamente que ayudan a personas. Cada una a su manera, las hermanas participan en la Misión y continúan la obra de Emilia. Le ofrecemos cuatro ejemplos de acciones que se realizan en distintas partes del mundo.

Hermana Ema Maureira en Tocopilla, Chile

Mi ministerio de Pastoral Parroquial en Tocopilla, Chile

Ema Maureira Gonzalez, sp.

Me encuentro en la hermosa región del Norte Grande de mi país, Chile, en la ciudad de Tocopilla, que me encanta por su paisaje de cerros y mar. En esta comunidad local vivimos dos hermanas sencillas, humildes y caritativas, que día a día nos ponemos en las manos de nuestro Padre Dios Providente y de Nuestra Señora de los Dolores, para pedir a Dios por todo el mundo, y en especial por las vocaciones y por nuestro Capítulo General que se acerca ya.

Llegué a este lugar en febrero de 2013 para ponerme al servicio de la Pastoral, y el Padre Ramón Henríquez Ulloa, quien viene del sur, de los Ángeles, cerca de Temuco, nos acompaña en este ministerio.

En la actualidad  realizo una de las labores eclesiales más apreciadas de nuestra Iglesia, es decir, la Catequesis Familiar. Soy la asesora de la Catequesis en la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y, en equipo, trabajamos con el padre Ramón, quien es nuestro guía.

Yo me siento feliz de alcanzar mi meta en este ministerio, y sé que puedo hacerlo, pues estoy preparada para lo que sea. Realizar encuentros de preparación al bautismo, al matrimonio y a la confirmación, hacer una celebración litúrgica, exponer el Santísimo, participar en retiros con adultos, jóvenes y niños, dar un curso sobre la Biblia, son labores que me apasionan porque, además de profundizar mi conocimiento bíblico, me permiten guiar a otros para que también crezcan en conocimiento de Dios y lo amen.

Cuando por algún motivo los párrocos deben ausentarse, mi hermana de comunidad Herna Astorga, sp., y yo estamos disponibles para un responso o para una oración en el cementerio; además, cada viernes voy a Antofagasta con el fin de acompañar a esa comunidad y abrir la iglesia para lo que se pueda ofrecer. Así, la Sra. Aurora Suazo y sus colaboradoras pueden realizar sus talleres, y yo aprovecho la ocasión para darles a ellas un curso sobre la Biblia.

Acá, en Tocopilla, animo hasta cinco misas el día domingo. Agradezco a mi Congregación toda la formación recibida y todos los cursos que seguí cuando era joven; gracias a ellos, aprendí mucho y hoy me siento plenamente realizada y útil para todos mis hermanos y hermanas de las diferentes comunidades. Soy una persona sencilla, y la sencillez abre puertas; si hay algo que no sé, pregunto, indago y me informo para poder ofrecer una respuesta correcta.

Ahora, a mis 70 años, me siento como de 40 y, aunque a veces me canso un poco, me recupero rápido. ¡Con tanta riqueza de salud, el tiempo pasa volando y creo que es porque los días están apretaditos de tantas cosas que hay por hacer!

Providencia de Dios muchas, muchas gracias te doy…

Hermana Patricia (Pat) McKittrick, Provincia Emilia Gamelin

Gratitud y comunidad

Hermana Patricia (Pat) McKittrick, sp.,

La hermana Patricia (Pat) McKittrick es una Hermana de la Providencia de la Provincia Émilie-Gamelin que vive y trabaja en los Estados Unidos, más precisamente en el estado de Vermont. Está muy implicada en la vida comunitaria y parroquial de Winooski y a continuación nos cuenta sobre una de las actividades comunitarias en las que participa.

¿Qué es la gratitud? Según el diccionario, es la cualidad de ser agradecido; la disposición a mostrar aprecio por la bondad y a devolverla.

Parece que el año 2020 y el comienzo del 2021 han estado llenos de desafíos para todos. ¿Existen oportunidades o bendiciones dentro de estos mismos desafíos? Así lo creo yo. Cuando pienso en el año pasado, soy consciente de las dificultades que conllevó la pandemia para todos. Es difícil creer que hace un año estábamos desesperadas por encontrar papel higiénico y desinfectante para las manos. Estábamos aisladas y echábamos de menos a nuestras familias, amistades y colegas de trabajo.

¿Qué he visto y qué agradezco?

Con el paso del tiempo, vi cómo la gente se unía para ayudarse mutuamente. En Winooski surgió un nuevo grupo, Neighbors Helping Neighbors (Vecinos que ayudan a vecinos). Su lema es: «Solidaridad, no caridad, sin barreras ni preguntas». Descubran más sobre este increíble grupo de voluntarios. Todo el mundo tiene dones. ¿Cuáles son los suyos? ¿Cómo contribuyen a la comunidad? Por otro lado, ¿tienen necesidades no satisfechas? Conoce más sobre WMA (Winooski Mutual Aid) https://www.winooskimutualaid.org/ Encuéntralos en Facebook/Instagram.

  • Muchos estudios demuestran que la gratitud afecta nuestra vida. No es una actividad que se realice de una vez por todas.
  • Es una práctica regular. ¿Cómo podemos cultivar la gratitud en nuestras vidas? Mientras buscaba en Internet, encontré formas sencillas de ayudarnos a practicar la gratitud:
  • Llevar un diario de gratitud. Cada día, anoten tres cosas por las que estén agradecidas.
  • Hagan una pausa de gratitud en el trabajo o en la escuela.
  • Nombren a las personas por quienes sienten gratitud y digan el porqué. Solo unos minutos alegrarán el día de alguien y las harán sentir mejor.
  • Hagan voluntariado en sus comunidades, dentro o fuera de la escuela.
  • Escriban pequeñas «notas de agradecimiento». Todo el mundo necesita sentirse reconocido.
  • Compren localmente. Hagan saber a los comerciantes locales lo mucho que los valoran.
  • Tenemos una gran variedad en Winooski: flores, restaurantes, mercados diversos y mucho más.
  • Hagan saber a quienes trabajan regularmente a su servicio que los aprecian. Las personas que a menudo trabajan tras bambalinas: el cuerpo de bomberos, la policía, el personal de las bibliotecas y de las escuelas, etc.
  • Un agradecimiento muy especial a Anne Linton por la elaboración de un interesante boletín mensual.

Principalmente, doy gracias por una comunidad diversa y activa. Deseo que llegue el momento en que podamos volver a conectarnos, tener meriendas y cenas comunitarias, y compartir nuestras historias. Manténganse fuertes, saludables y a salvo.

Hermana Elizabeth Kass en Edmonton, Canadá

Ministerio con las personas sordas

Hermana Elizabeth Kass*

Cuando me desperté sorda, cuatro meses y medio antes de mi 11º cumpleaños, nunca había visto a una persona sorda, ni sabía que existía tal cosa como ser sordo. Realmente pensé que era la única y no sabía lo que iba a hacer. En septiembre, cuando tenía once años, comencé a asistir a la escuela Ephpheta, una escuela católica para niños sordos en Chicago (ahora está cerrada). Fue allí que vi  el lenguaje de señas por primera vez y aprendí que había muchas personas sordas como yo. Ahora bien, durante cada uno de mis cincuenta y seis años de vida religiosa, he trabajado con las personas sordas de alguna manera u otra.

He estado en Edmonton por treinta y tres años. Antes de eso, enseñé a una clase inglesa en la Escuela Francesa para Niñas Sordas en Montreal. Luego, también fui asistente en una clase francesa. Después, enseñé inglés como segunda lengua a niñas adolescentes y luego a adultos sordos.  Trabajé con jóvenes sordos con discapacidad intelectual, visité a las personas sordas de habla inglesa en los hospitales y en sus casas y enseñé el lenguaje de señas inglesa a adultos con audición normal que estaban interesados.

Cuando llegué a Edmonton, me dediqué al ministerio pastoral con las personas sordas. Enseñé la religión a los niños, los preparé para los sacramentos de la Primera Comunión, la Confesión y la Confirmación, y preparé a los adultos para el Bautizo de sus bebés. Este trabajo incluyó visitas a domicilio y al hospital, ayuda a las personas sordas de cualquier manera posible, tales como alimentos y vivienda para aquellos que lo necesitaban. Hubo un grupo de estudio de la Biblia y uno de arte donde enseñé artes manuales cuyos productos sirvieron para recaudar fondos en bazares. Pasé a la computadora los boletines de los domingos, así como también preparé las lecturas y las oraciones de los fieles, etc. Durante casi treinta años conduje a personas a la Misa cada domingo y les llevé de regreso a su casa, hiciera el tiempo que hiciera. Ahora que tengo ochenta y tres años, ya no conduzco a causa de mi vista, sólo trabajo a tiempo parcial.  Naturalmente ya no soy capaz de hacer todo lo que hacía antes. Sin embargo, sigo haciendo todo lo que puedo y todavía visito a personas en los hospitales, etc. cuando tengo a alguien que me lleve.

* Lamentablement Hermana Elizabeth Kass murió a principios de este año, aquí le rendimos un sincero homenaje.

Foto : Aquí acompañada del sacerdote sordo, padre Matthew Hysell

Hermana Jessica Taylor en Seattle, Estados Unidos

Acompañar a las mujeres en una casa de transición

Hermana Jessica Taylor

Llegué por primera vez a Sojourner Place[1] como interna a través del programa de consejería de la Universidad de Seattle. En aquel momento Sojourner Place era todavía un ministerio de las Hermanas de la Providencia, por lo que era un entorno lógico en el que trabajar para cumplir mis horas de certificación. Aunque conocía un poco Sojourner Place, nunca me hubiera imaginado cuánto me encantaría conocer a las mujeres, sus historias, sus vidas. ¡Me energizó! Así que cuando Sojourner Place pasó a ser una parte del Jubilee Women’s Center (Centro de Mujeres Júbilo) en 2014, se presentó una oportunidad de trabajar a tiempo completo en la casa como consejera y directora de atención para sus 11 residentes. Yo tuve ninguna duda que este era el ministerio preciso para mí, adonde Dios me estaba llamando. Sabía que iba a trabajar con estas mujeres. La gente me preguntó si estaba segura. Oré por ello, y cada vez Dios me hizo saber que era el lugar donde debía estar en ese mismo momento. Así que acepté el trabajo.

Sigo agradecida de poder llamar a este mi ministerio. Me nutre cada día. Logro extender las manos de Dios a estas mujeres, para ser un apoyo, una animadora, una asesora y una mentora. Puedo desafiarlas a hacer los cambios que se necesitan en sus vidas. También tengo la libertad de incorporar la espiritualidad como parte del enfoque holístico abordando los desafíos complejos a los que se enfrenta cada mujer, una libertad de la que no podría disfrutar en un ambiente secular.

He encontrado que uno de los beneficios inesperados de lo que hago es que desmitifica lo que es ser una religiosa. Mientras construyo relaciones con las mujeres de Sojourner Place, ellas aprenden que soy una persona normal, que no soy perfecta, que no soy «más santa que tú». Ven que puedo acompañarlas a través de sus duelos y de sus alegrías, y que las quiero como Dios las quiere.

¡Qué travesía! Es tan satisfactorio celebrar sus transiciones al pasar a ser miembros independientes y productivos de la sociedad, pero igual de difícil es decir adiós. Es realmente un regalo acompañarlas en el camino y enviarlas adelante a un futuro de realización.

 

[1]La casa de transición acomoda a mujeres con bajos ingresos (incluso a mujeres embarazadas en situación de calle) mientras reconstruyen sus vidas y avanzan hacia la autosuficiencia.