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53 aniversario de la fusión de las Hermanas de la Providencia de Chile con la Congregación Madre

Después de varios ensayos, votaciones y pruebas, la Santa Sede aprobó el proceso de unificación el año de 1970. El miércoles primero de julio, en la Iglesia Matriz de Santiago, se celebró una Eucaristía en el transcurso de la cual monseñor Oviedo expresó su alegría por el reencuentro de estas dos familias religiosas hermanadas por el mismo árbol plantado en Montreal en 1843.

En este año de júbilo para la Congregación, y muy especialmente para las hermanas chilenas de nuestra comunidad, queremos recordar el día en que las Hermanas de la Providencia de Chile volvieron a formar parte de la Congregación Madre en Montreal.

Toda unificación comienza con una historia de separación. Resulta imposible resumir esa historia en unas cuantas líneas, pero un capítulo definitivo se abrió en 1865, cuando las Hermanas de la Providencia se convirtieron en una congregación autónoma chilena que dependía de la Santa Sede de Roma, gracias a un decreto pontificio firmado por Pío IX.

A pesar de todo, Madre Bernarda Morin siempre expresó su anhelo de hermanarse con su contraparte en Montreal: «Las leyes divinas del cristianismo obligan a quienes las profesan a vivir en la paz y en la unión […] [A eso obedece mi] deseo de ver restablecidas las más cordiales relaciones de amistad entre las Hermanas de la Providencia de Chile y las de Montreal.»

Y aunque la correspondencia y las visitas entre hermanas en ambos extremos del continente nunca se interrumpieron del todo, fue a mediados del siglo pasado cuando, de conformidad con las directrices del Concilio Vaticano II que llamaban a las congregaciones a volver a sus raíces, llegó el tiempo de la unificación.

Después de varios ensayos, votaciones y pruebas, la Santa Sede aprobó el proceso de unificación el año de 1970. El miércoles primero de julio, en la Iglesia Matriz de Santiago, se celebró una Eucaristía en el transcurso de la cual monseñor Oviedo expresó su alegría por el reencuentro de estas dos familias religiosas hermanadas por el mismo árbol plantado en Montreal en 1843.

Si bien la rama había sido separada de la vid hacía más de cien años, en aquel momento estaba lista para volver a florecer junto a la que siempre había sido su familia.