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Emilia Gamelin, el Carisma Providencia y las Hermanas de la Providencia

Las Hermanas de la Providencia son una congregación religiosa apostólica, una comunidad de personas orientadas en primer lugar a su Misión, es decir, la expresión concreta de su compromiso radical con Cristo, con los pobres y con la Iglesia como pueblo de Dios.

La identidad propia de una comunidad religiosa surge de la conciencia del origen y la continuidad de su Carisma y Misión, la gracia única y carismática que apunta a una necesidad en la Iglesia y en el mundo, en un tiempo y lugar determinados. La historia que resulta de ello describe, apoya y da sentido a la identidad religiosa apostólica de cada congregación y a su Misión a través del tiempo.

Los componentes de la historia de las Hermanas de la Providencia son muy conocidos. Comienza con Emilia Tavernier Gamelin, su juventud en Montreal, su matrimonio con el señor Gamelin, su joven familia y su amor y atención hacia las personas pobres, desfavorecidas y marginadas, la dramática y trágica pérdida del esposo de Emilia y de sus hijos; el dolor de esas pérdidas y más tarde la búsqueda de fortaleza y su propósito de vida en la contemplación de Nuestra Señora de los Dolores.

Su contemplación de Nuestra Señora de los Dolores fructificó en la intuición carismática y evangélica que la llevó a ofrecer su vida, recursos y su propio ser por el amor para servir a las personas pobres y marginadas.

Esta narrativa simple y conmovedora cobra sentido en el contexto en el que vivió Emilia Gamelin, una ciudad en transición y agitación social económica y política.  En las calles de Montreal, la viuda Emilia se encontró con mujeres y niños abandonados, viudas y presos políticos. Estas personas formaron parte de su contexto de vida y fueron a su encuentro para hallar en ella la gracia de una intuición carismática y evangélica propias. La gente de su época reconoció este encuentro de gracia al que bautizaron como «Providencia».

Esta gracia carismática, —el Carisma— no está presente solo en Emilia ni en sus seguidores ni en los programas o proyectos relacionados con ellos. El Carisma existe en la interacción propia de la gracia del Evangelio en una persona o personas y su encuentro/conexión con una situación social específica. Esta conexión constituye una ocasión favorable para la fundación de una comunidad, y proporciona la narrativa (historia) que le es propia y que sus miembros mantienen viva.

La historia pervive en los miembros de la comunidad y, a través de ellos, el Carisma entra en contacto con nuevas situaciones socioculturales. Los encuentros de los miembros en el mundo real y con la realidad, producen «explosiones de gracia» en distintos momentos y lugares.  Y estos encuentros se viven, se identifican y se conocen bajo el nombre de «Providencia».

La historia de las Hermanas de la Providencia es un claro ejemplo de ello. En todas partes, la intuición carismática y evangélica cobra vida a lo largo de distintas obras dedicadas a las personas pobres, enfermas, abandonadas y marginadas.

Que la profunda historia de la Providencia perviva en otras épocas más allá del tiempo de Emilia Tavernier Gamelin depende del hecho de si dicha historia puede interceder por la redención, puede vincularse providencialmente con el grito de la gente y del mundo en un lugar y tiempo dados.  La historia seguirá viva siempre y cuando pueda ser vivida en un nuevo contexto sociocultural sin ser cortada de sus raíces, es decir, la primera y original intuición evangélica carismática de Emilia Gamelin.

La gracia carismática —el Carisma— está viva en los miembros de las Hermanas de la Providencia y de Asociadas y Asociados Providencia. Al volver con frecuencia a la contemplación de Nuestra Señora de los Dolores, regresan iluminadas, renovadas y fortalecidas, de la misma manera que Emilia lo experimentó. Y esto con el objetivo de continuar ofreciéndose a sí mismas, sus propias vidas, por el amor y el servicio de muchas personas marginadas, sin medios para vivir, personas desplazadas y víctimas de la guerra, la violencia y los desastres del cambio climático.

Y entonces oí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?» Isaías 6,8

Junto a Emilia Gamelin, decimos: «Aquí estamos. Envíanos».

Kathryn Rutan, SP