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Mi trayectoria como maestra de personas sordas

Como parte del Día Mundial de los Sordos, el 27 de septiembre, invitamos a la hermana Yvette Renaud, S.P., a compartirnos una parte de su experiencia como maestra de personas sordas.

Como no estaba segura de cómo explicar mi camino de vida, le pedí ayuda a hermana Jacqueline St-Amant, sp., en vista de que ella también es una exmaestra especializada en el mundo de las personas sordas. Su primera reacción fue: «Él hace oír a los sordos y hablar a los mudos».  Y entonces pensé: ¡Qué buena idea!

Así es, porque siguiendo el ejemplo del Señor que me dio muchos talentos, puedo decir que, durante mis 30 años de enseñanza a niños sordos, desde mis 18 primaveras cuando fui monitora en el campamento para sordos en Vaudreuil, así como las muchas veces que trabajé como intérprete para las personas adultas sordas, yo también hice que los sordos escucharan y que los mudos hablasen, y, además, que los ciegos vieran. Me explico: en primer lugar, amo mucho a los niños y creo que el amor es una cualidad necesaria para tener autoridad sin lastimar a una persona joven. Fue jugando con los asistentes al campamento, gastándoles bromas y dejando que ellos gastaran bromas a mis expensas, es así como aprendí a comunicarme mejor con ellos. Durante mis dos primeros años de enseñanza, no se me permitió usar el lenguaje de señas (que estaba estrictamente prohibido), pero afortunadamente, el padre Paul Leboeuf insistió en que tuviéramos cursos de comunicación total: lengua de señas convencional, labio-lectura, mímica, gestos naturales… Todo con tal de hacernos entender. Después de haber tomado estos cursos, enseñé lo que sabía a sus familias. ¡Fantásticas herramientas de comunicación! A partir de entonces, pude explicar más fácilmente a las personas sordas casi todos los acontecimientos del mundo entero. Gracias, Señor, por mi buena memoria y por mis manos ágiles para interpretar el lenguaje que les es propio….

En 1997, siguiendo un programa gubernamental, me retiré como maestra. Sin embargo, nunca abandoné la comunicación con las personas sordas ni ciegas ¡Al contrario! Las hermanas de Nuestra Señora de los Dolores, que viven en la Casa Madre de las Hermanas de la Providencia en Montreal, necesitan entender los servicios religiosos, las llamadas telefónicas, los diversos acontecimientos mundiales, las reuniones comunitarias, etc. Aquí también, hago que los sordos escuchen y que los ciegos vean. Además, hace más de 20 años, viajo una vez al mes a Joliette para servir como intérprete de las personas sordas durante la Eucaristía y la preparación del sacramento del perdón. ¡Cuánta alegría me producen estos encuentros amistosos!

Hermana Yvette Renaud, sp.