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El Adviento representa la espera

El Adviento es el tiempo de espera del Mesías prometido.  Esperar es difícil.  No es algo que la mayoría acepte fácilmente. Algunas personas consideran que esperar es una pérdida de tiempo. Vivimos en una sociedad obsesionada con la velocidad y la productividad. Cada uno corre para llegar a la próxima cita o conduce al trabajo alocadamente porque va con retraso. Vivimos en una cultura de servicio al volante y comida rápida, de descargas y teléfonos portátiles, capaces de conectarnos en cualquier momento con quienquiera que sea. Hemos acelerado los procesos de la naturaleza, manipulando la producción de animales y forzando el crecimiento de los cultivos.

Esperar es difícil porque conlleva un elemento de duda sobre nuestras propias capacidades. Nos gusta pensar que tenemos el control. Tendemos a esperar algo muy concreto, algo que deseamos tener. Gran parte de nuestra espera no es por un tiempo indefinido, es una manera de controlar el futuro. Deseamos que el futuro siga una dirección muy concreta, y cuando no sucede así, nos decepcionamos e incluso podemos caer en la desesperación.

Hay otro aspecto propio de la espera. Es un requisito para crecer. El secreto de saber esperar está en la fe de que la semilla ha sido plantada, de que algo ha comenzado. Es posible que ni siquiera seamos conscientes de ese crecimiento que puede ser gradual, que exige confianza y dejar ir.

En nuestro Caminar hacia la unidad, nuestro reto es esperar a que la semilla crezca y dé fruto. A través de la oscuridad de la espera, Dios está transformando nuestros corazones. Estamos dejando que Dios defina nuestro futuro, nuestra vida y nuestra congregación.  Llegará el momento en que Dios realice y cumpla todo aquello que prometió.

Durante este tiempo de Adviento, dejemos que las palabras de Isaías nos inspiren:

Mientras los jóvenes se cansan y se fatigan y hasta pueden llegar a caerse, los que en El confían recuperan fuerzas, y les crecen alas como de águilas. Correrán sin fatigarse y andarán sin cansarse.».  (Isaías 40:30-31)